hombresigualdadaragon@gmail.com

Concentración contra la Violencia de Género .

Concentración contra la Violencia de Género .
Plaza de España 19h. Primeros martes de cada mes

Novedades y Convocatorias






miércoles, 18 de enero de 2023

Introducción a la Jornada sobre "Análisis crítico del demandante de prostitución"

EL CLIENTE DE LA PROSTITUCIÓN

Para un hombre igualitario (entendida la igualdad no tanto en clave liberal cuanto en términos de equilibrio de poder entre hombres y mujeres) la tarea urgente es abordar críticamente (sin perjuicio del autoexamen individual) el sistema patriarcal y sus instituciones más representativas. Definimos el patriarcado como un sistema de dominación basado en la masculinidad hegemónica con el acompañamiento de otras instancias de poder (capitalismo, colonialismo, racismo, fundamentalismos eclesiásticos..). Con estas premisas en las líneas que siguen intentaremos acercarnos al núcleo duro de la institución prostitucional, el cliente, sin cuya colaboración esta no seria posible asi como el negocio criminal que en buena parte la sustenta.

La figura del cliente también ha sido nombrada como, demandante, consumidor, prostituidor o putero. Estos términos pueden operar como marcadores ideológicos o morales pero no agotan la categorización del cliente, para lo que es precisa una indagación crítica de la realidad social y su fundamentación empírica. A este objetivo se orienta la Jornada organizada por la Asociación Hombres por la Igualdad Aragon que tendrá lugar en 18 de Enero próximo.

La atención que ha merecido la figura que nos ocupa ha sido escasa. Téngase en cuenta que el putero no es una categoría social y que su actividad, libre de controles médicos y sociales, concluye con la consumación del acto sexual concertado,lo que le convierte en un sujeto escurridizo y tendente a la ocultación (figura muda para Dolores Juliano, tampoco presume de su condición salvo entre sus pares); su regreso a la vida familiar y social se produce sin estigmatización alguna. Su práctica invisibilización permanece en los estudios sobre masculinidades, lo mismo que en los Congresos y Jornadas dedicados a la prostitución.

La industria del sexo y la figura del putero contemporáneo son producto de la intersección de dos procesos: capitalismo globalizado a partir de los años setenta del S.XX y reestructuración de las sociedades patriarcales a partir de los noventa con doble carga material y simbólica (mercantilización de los cuerpos femeninos y refuerzo de las normatividades masculina y femenina prescritas patriarcalmente). Al hilo, pues, de la globalización neoliberal se inscribe la naturalización de la desigualdad y la consolidación y expansión de la cultura de la prostitución con un resultado: el putero es el amo (eso sí con dinero) y la mujer es para otro, no para sí misma.

El mercado penetra en la gestión de nuestra sexualidad y afectos: individualismo cultural, promesa de nuevas tecnologías, ciencia que alarga nuestra capacidad amatoria, hipersexualización del cuerpo femenino, inducción constante y compulsiva de deseos y transgresiones (no te pongas límites, prueba las putas), ética del consumo voraz; es de destacar también la simbiosis de las industrias de la belleza, moda y medios de comunicación a través de las cuales se convierte la sexualidad en espectáculo y la visibilización del cuerpo en una mercancía consumible. El “ser hombre”se mide por la eficacia económica y sexual y los fallos en estos campos suponen una herida al narcisismo basado en una posición de dominio a lo que se suma el contrapoder desarrollado por las mujeres en la dialéctica del amo y el esclavo (capacitación, trabajo, presencia en el espacio público). Así se ha instalado en occidente el “alone together”, el nuevo narcisismo de la soledad poco favorecedor del amor y menos del romántico. No es casual que el debilitamiento del patriarcado haya coincidido en el tiempo con el aumento de la trata y su cortejo de agentes (extorsionadores, transportistas, autoridades corruptas, burdeles).

Por añadidura, la prostitución es cómoda para los clientes porque acceden de forma inmediata al sexo y prescinden de los pasos del cortejo y de la seducción así como del riesgo de rechazo. Pero hay otros rasgos que explican la persistencia del fenómeno: el imaginario reinante y el secretismo grupal constituyen una forma alta de socialización (refuerzo de la masculinidad hegemónica hasta convertirla en un hecho social externo al individuo y de carácter coactivo ). No está de menos recordar que en las últimas décadas ha crecido la masculinidad salvaje que borra los límites entre violencia, coacción y consentimiento.

En el ámbito internacional (cargado ideológicamente) los clientes son un tema central en la regulación del trabajo sexual y objeto de criminalización (históricamente la legislación punitiva se centró en la mujer prostituta). El modelo abolicionista sueco tiene cada vez mas adeptos mientras se ignora todo sobre el despenalizador neozelandés. En cualquier caso, con el Código Penal no se resuelve el problema si paralelamente no se ponen en el centro del debate los elementos estructurales y se presta oído a los relatos de vida de puteros y trabajadoras sexuales. La suerte de éstas, por razones de justicia, no puede ser el apartheid jurídico y social y la condena a ser consideradas como seres alienados.


No hay comentarios: