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jueves, 19 de enero de 2023

“El fin último de la prostitución no es el sexo sino un acto de poder" Enrique Javier Díez

 “¿Pagar por sexo nos hace más hombres?”

 “El fin último de la prostitución no es el sexo sino un acto de poder”

Enrique Javier Díez, doctor en Ciencias de la Educación

Profesor en la Universidad de León.


Si no existiera demanda no habría oferta. De ahí que haya que cambiar el foco y dirigirlo hacia los auténticos protagonistas de la prostitución: los hombres. Es lo que señala Enrique Javier Díez, doctor en Ciencias de la Educación y profesor en la Universidad de León, que añade: Somos los hombres los que perpetuamos esta violencia de género con nuestra demanda y nuestro silencio cómplice. Y no es un tema solo individual; hay toda una cultura prostitucional que justifica que ejerzamos nuestro poder. 

Díez es uno de los expertos que han participado en la jornada. Pagar por sexo. ¿Nos hace más hombres? Análisis crítico del demandante de prostitución,  organizada por la Asociación Hombres por la Igualdad en Aragón, este miércoles en Zaragoza (en el Centro Joaquín Roncal). Profesionales en antropología, trabajo social y educación han abordado los comportamientos y hábitos de estos perfiles en la actualidad. 

Para este profesor de Educación, los hombres deberían preguntarse qué pasa con ellos porque no hay una neutralidad posible. Estamos invisibilizados y el primer ejercicio es cambiar el lenguaje y empezar a hablar no de clientes -que oculta y minimiza- sino de prostituidores o puteros. Es decir, señalar, sostiene. Asimismo, habla de que tenemos el deber de imaginar un mundo sin prostitución y no podemos renunciar a transformar la sociedad y educar en igualdad de hombres y mujeres. Este convencimiento y trabajo es fundamental desde todos los campos sociales. Tiene que ser un pacto de Estado que arroje una ley que erradique esta forma de violencia extrema de género, afirma. 

España siempre aparece como uno de los países donde más prostitución se consume. El porcentaje es altísimo. En 1990, la ONU estimó como dato fiable que 4 de cada 10 españoles consumían prostitución (el 39%). En 2003, una encuesta del INE establecía que el 25,76% de los hombres de 18 a 49 años habían hecho uso de la prostitución alguna vez en su vida y el 6% en el último año. En 2008, el sondeo sobre aptitudes y prácticas sexuales del CIS lo subió al 32%. Un estudio del Injuve de 2020 decía que el 10,6% de los jóvenes -entre 15 a 29 años- habían consumido prostitución y el 5% lo hacía además de forma regular. Son las cifras que hay oficialmente, pero sabemos que hay muchísimo más. A nivel europeo, parece que somos una anomalía porque hay un consumo por parte de los hombres altísimo.



¿Cuál es el perfil del demandante?

Es absolutamente transversal. Tanto las expertas como los investigadores dicen que no hay un perfil determinado: cualquier ideología política, lugar de la geografía española, renta, nivel educativo y edad. Solo hay una constante: son hombres que, en general, no ven nada malo en pagar por acceder al cuerpo de una mujer o una niña; es decir, no quieren ver la violencia que ejercen. Son personas que han sido socializadas normalmente como hombres en una cultura patriarcal donde las mujeres deben ser servidoras sexuales y domésticas. Por eso decimos que a ver cuándo los hombres superamos esa necesidad permanente de tener al otro sexo sometido. Amelia Tiganus, que es una superviviente de la prostitución y la trata, dice que lo único que todos los puteros tienen en común es que son hombres y machistas que comparten la idea de que las mujeres han nacido para servirlos. Hay un trasfondo extendido común: socialización y dominación. Es decir, el fin último de la prostitución no es el sexo sino un acto de poder.


¿Un acto de tenerla sometida?

La mayoría de los estudios e investigaciones en profundidad sobre el tema llegan a tres conclusiones. La primera es que un número creciente de hombres buscan a las prostitutas más para dominar que para gozar sexualmente porque en las relaciones sociales y personales con los demás -sobre todo con las mujeres- experimentan una pérdida de poder y de masculinidad tradicional. Por lo tanto, lo que buscan en realidad es una experiencia de dominio y control sobre mujeres cada vez más jóvenes y además diferentes; por eso los proxenetas las van rotando. Es como si cada vez que las mujeres consiguen mayores cuotas de igualdad y derechos, estos hombres no fueran capaces de encajar una relación de equidad y recurrieran cada vez con mayor frecuencia a relaciones comerciales por las que pagando se consigue ser el centro de atención exclusiva. Y, además, a una relación que no conlleva necesariamente ninguna carga de responsabilidad, respeto, atención, cuidado y equivalencia. Este es el primer elemento clave.


¿Y las otras dos conclusiones?

Una segunda es que España es uno de los países donde el consumo de prostitución está menos desprestigiado. Parece que hay un consentimiento social explícito en mantener estrategias y formas constantes que alivian la responsabilidad de aquellos que inician, sostienen y refuerzan esta práctica. Este consentimiento social es uno de los grandes problemas. Y la tercera conclusión -que más nos afecta desde el punto educativo y más trabajamos en la formación- es que este consentimiento social influye en el proceso de socialización de los chicos y jóvenes en el uso de la sexualidad prostitucional. Si a esto añadimos, como pretenden algunos sectores ligados sobre todo al proxenetismo, regular la prostitución como una profesión más estaríamos generando unas expectativas de socialización donde las niñas aprenderían que la prostitución podría ser un posible nicho laboral en el futuro y los niños, que sus compañeras pueden ser compradas en el futuro si tienen dinero para ello. Eso sería terrible.


¿No podría alguien pensar que es un poco exagerado lo que dice?

Si es una profesión como otra cualquiera…. En vez de plantear una salida abolicionista como han legislado en Suecia y Francia -que se centran en la persecución de la causa de la prostitución y se da alternativas- se propone que es un nicho laboral como otro cualquiera. A nivel europeo, España es una anomalía porque hay un consumo de la prostitución por parte de los hombres altísimo. El perfil del demandante es transversal. Son personas que han sido socializadas normalmente como hombres en una cultura patriarcal donde las mujeres deben ser servidoras sexuales y domésticas. Somos uno de los países donde el consumo de prostitución está menos desprestigiado. Este consentimiento social es uno de los grandes problemas. La pornografía es la pedagogía de la prostitución.


A nivel político, ¿cuál considera que debería ser el modelo a seguir?

Nos tenemos que preguntar a quién beneficia la regulación. Creo que el modelo sería el que se implantó en Suecia y, recientemente, en Francia, que está centrado en erradicar la demanda. Para construir una sociedad en igualdad hay que centrar las medidas en la erradicación de la demanda a través de dos estrategias. Una, la denuncia, persecución y penalización del prostituidor, es decir, del mal llamado cliente; y del proxeneta. Penalizan a hombres con penas de cárcel de hasta 6 meses o multa de hasta 1.500 euros (3.750 si reinciden) y destinan una parte del presupuesto en programas de reinserción laboral. Además de prohibir los servidores de internet extranjeros que alojan páginas de contactos sexuales. Segunda medida: deslegitimar social y públicamente a los prostituidores y clientes. Y, sobre todo, una educación sexoafectiva en los centros educativos. Asimismo, deslegitimar todo el modelo neoliberal de ‘si lo eligen libremente’. Es que no hay relación de igualdad; no podemos ejercer esta forma deviolencia de género con las mujeres de ninguna de las formas.


¿Qué papel están jugando las redes sociales o el acceso a la pornografía desde edades tempranas?

Cada vez hay más acceso de los jóvenes a la pornografía, que es la pedagogía de la prostitución.


Detrás de la prostitución hay realidades muy duras de mujeres explotadas ?

Siempre. Al final, la prostitución no es el oficio más antiguo del mundo; es la explotación, la esclavitud y la violencia de género más antigua que los hombres hemos inventado para someter y mantener a las mujeres a nuestra disposición sexual. Las mujeres lo que quieren, en el fondo, es sobrevivir, dar dinero a su familia porque las mantienen endeudadas y adictas a las drogas porque es la única forma en las que se mantienen en esa situación. Y cuando ya son mayores las desechan y es terrible. En ese sentido, tenemos que dar también alternativas a las mujeres prostituidas. Todo lo que se embarga a la industria del sexo debería servir para ofrecerles alternativas laborales y sociales dignas y estables. No es posible organizar un sistema económico justo y sostenible si no erradicamos la precariedad y la explotación que provoca que la prostitución sea a veces la única alternativa para poder pagar esas deudas o mantener a la familia, como hace esta gente.


https://www.heraldo.es/noticias/sociedad/2023/01/19/prostitucion-hombres-espana-zaragoza-jornada-hombres-igualdad-aragon-1624986.html?utm_medium=smm&utm_campaign=elprimercafe&utm_source=email&goal=0_3fe125b17a-542a7f2043-74195495&mc_cid=542a7f2043&mc_eid=f44e88f544

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