Mil participantes y 4 premios Nobel entre ellas.
4 premios Nobel de la Paz: Mairead Maguire (Irlanda) Leymah Gbowee (Liberia), Shirin Ebadi (Irán) y Jody Williams (Estados Unidos)
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“El poder de las mujeres para parar la guerra”
La existencia de WILPF tiene más sentido que nunca. Por este motivo,
con el fin de construir la Agenda de la Paz del siglo XXI y recordar el
legado de las pioneras de WILPF, mujeres procedentes de 30 países, de
todos los continentes, se han reunido del 22 al 29 de abril en La Haya,
bajo el lema “El poder de la mujeres para parar la guerra”.
Durante estos días ha tenido lugar un Congreso y una Conferencia
Internacional con los que se conmemora el centenario de la
Organización. Hasta La Haya se desplazó una delegación española
compuesta por una treintena de mujeres y encabezada por la presidenta de
WILPF España, Carmen Magallón.
Para Magallón, el Centenario supone una oportunidad única de
“estrechar lazos con compañeras de otras secciones, especialmente con
las de América Latina. En La Haya se oirá una voz común, sentiremos, a
través de sus múltiples rostros, ese poder de las mujeres para parar la
guerra”.
Esta ciudad holandesa congrega a centenares de destacadas mujeres,
incluidas las galardonadas con el Nobel de la Paz: Leymah Gbowee
(Liberia), Shirin Ebadi (Irán), Tawakkol Karman (Yemen), Mairead Maguire
(Irlanda) o Jody Williams (Estados Unidos). Sus voces, junto con las
del resto de participantes llegadas de los rincones más diversos del
mundo atestiguan, según Magallón, “la importancia y el significado de
esta tradición de feminismo pacifista que se inició hace ya un siglo y
que, desde entonces, se propuso incidir en la política internacional
desde un paradigma propio y libre”.
Como se apunta en el Manifiesto WILPF 2015, "la violencia no es
inevitable. Es una elección. Nosotras elegimos la no violencia, como
medio y como fin. Liberaremos la fuerza de las mujeres y, en
colaboración con hombres de igual parecer, crearemos un mundo justo y
armonioso".
Ha pasado un siglo desde la fundación de WILPF pero la necesidad de
abordar el fenómeno de la guerra y la violencia desde una perspectiva
feminista, pacifista y emancipadora sigue manteniendo la misma vigencia.
Hace unas semanas, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban
Ki-moon, emitía su informe anual sobre violencia sexual en contextos de conflicto armado.
Según el documento, a lo largo de 2014 se produjeron casos de
violación, esclavitud sexual, prostitución, embarazos, matrimonios o
esterilizaciones forzadas en 19 países del mundo en situación de
conflicto o post-conflicto. Ban Ki-moon instaba a los gobiernos a apoyar
y proteger a las voces independientes, en particular a las
organizaciones de mujeres y defensoras de derechos humanos. El hecho de
que las mujeres, incluso en las peores circunstancias, adquieran roles
activos en la defensa de la paz y sus derechos ha sido una constante
histórica a la que no siempre se le ha prestado la atención merecida.
No cabe duda de que en todo este tiempo se han conseguido importantes
avances. 2015 es un año clave para el movimiento de las mujeres por la
paz. Además del centenario de WILPF se conmemoran los 70 años de la
fundación de las Naciones Unidas y los 20 años de la IV Conferencia Internacional de Mujeres en Pekín,
un hito que consolidó la agenda de paz como parte integral de las
preocupaciones de las mujeres de todo el mundo. Asimismo, hace 15 años
se establecieron los Objetivos del Milenio con el fin del acabar con la
pobreza extrema y las discriminaciones de género y se aprobaba la
histórica Resolución 1325,
la primera de una serie adoptada por el Consejo de Seguridad de la ONU,
en la que se reconocía la importancia de la participación de las
mujeres, en condiciones de igualdad, en la construcción de la paz y la
seguridad.
Sin embargo, pese a los grandes logros, la guerra sigue afectando de
forma desproporcionada a las mujeres. El 80% de los aproximadamente 50
millones de personas refugiadas que existen en el mundo son mujeres
mientras que únicamente el 4% de los acuerdos de paz llevan la firma de
alguna mujer, una cifra que no resulta extraña si tenemos en cuenta que
tan solo un 22% de los miembros de parlamentos en todo el mundo son
mujeres.
Por otra parte, la noción de seguridad sigue asentándose sobre la
idea del gasto militar sin asumirse que una mayor cantidad de armas no
equivale a un mundo más pacífico y seguro. Por poner solo un ejemplo, el
coste del funcionamiento de las Naciones Unidas en un año supone tan
solo el 0,15% del gasto militar global.
Por todo ello, desde WILPF se sigue insistiendo en la necesidad de
desafiar esta mentalidad dominante y la urgencia de abordar las causas
fundamentales de la guerra teniendo en cuenta pilares básicos como la
justicia social y económica, la participación, los derechos humanos, el
desarme y la protección del medio ambiente.
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