Los “hombres no mienten”, sólo se equivocan o no se expresan bien, las mujeres, en cambio, “mienten siempre”, aunque a veces no sean capaces de engañar a la realidad y parezca que dicen la verdad.
Ser consciente de esta realidad es poder.
Saber que tu palabra vale más, que tus argumentos son más creíbles, que
tu arrepentimiento demuestra bondad y sinceridad, que decir lo mismo y
lo contrario se toma por cierto en las dos ocasiones… todo ello da mucha
confianza y seguridad a la hora de enfrentarse al día a día y sus
problemas. Y cuando, además, está construido sobre la idea de que las
mujeres no son de fiar, la percepción y necesidad de control sobre ellas se presenta como una necesidad.
La plácida palabra de los hombres (artículo completo)
MIguel Lorente Acosta en Autopsia
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